Torres&Sáez forma parte de ese grupo de industrias gallegas que crearon, con sus más de cien años de historia, una burguesía empresarial generadora de riqueza y empleo en la comunidad. Capaz de ir adaptándose a cada etapa de la historia reciente y transformando sus estructuras a las exigencias económicas de cada momento. Así lo explica Enrique Sáez, ex director general del desaparecido Banco Pastor y actual presidente de Torres&Sáez. Asumió la responsabilidad de dirigir la compañía de suministros industriales y bricolaje a mediados de los años 90, justo cuando hubo que determinar el nuevo rumbo de la marca. Y acertó. Sin abandonar la línea de venta directa de un amplio catálogo de artículos para manualidades de todo tipo, «nuestro peso estaba en el segmento de los hierros y aceros» y ahí se hicieron más fuertes. Hasta convertirse en la primera compañía de su especialidad en Galicia con más de 12.000 clientes, 150 empleados, una facturación de 35 millones de euros anuales y centros de producción en A Coruña, Vigo, Lugo y Barcelona.
Torres&Sáez está de aniversario. Cumple 125 años. Y su historia se remonta a cuando Torres y Saéz eran tío y sobrino. Los dos habían venido de jóvenes, del pueblo riojano de Ortigosa de Cameros -«aún tenemos casa allí», recuerda el actual presidente-. El mayor había llegado A Coruña y ya era gerente de la sociedad original cuando trajo a su sobrino con 14 años, el abuelo de Enrique Sáez, quien afirma que «la historia del comercio y de la banca de Galicia en el siglo XIX estuvieron controlados (Simeón, García de la Riva…) por gente de un pueblo que tenía 250 habitantes y que probablemente eran judíos conversos. Cuando se construyó la burguesía gallega hubo una aportación importante de personas de ese lugar, que desplazaron un poco a los vascos que habían venido por el curtido de pieles», relata el directivo y recuerda que el propio Murguía, el marido de Rosalía de Castro, dejó escrito ‘después de los vascos, vinieron esos malditos cameranos sin más Dios que el dinero’».
Esta es la primera parte de una dilatada trayectoria empresarial que ha experimentado un verdadero revulsivo en los últimos veinte años. «La empresa ha cambiado muchas veces desde 1894, pero ha sido en estas dos décadas cuando la transformación ha venido por razones de espacio», asegura Sáez, al contar con extensiones de la sede coruñesa a otras localidades gallegas y al almacén de Barcelona. «Somos una empresa que desde siempre hemos vendido productos siderúrgicos. En ese aspecto, en Galicia a nivel de número de clientes y volumen de operaciones somos de los primeros del mercado. Otra cosa es que si van a hacer un barco en los astilleros de Navantia nosotros no vendemos la chapa; en toneladas habrá otros que vendan más que nosotros, pero en cuanto a número de clientes y operaciones somos los principales», asegura el representante de esta empresa profesionalizada, aunque de estructura familiar.
El 100 % de sus accionistas descienden de los fundadores, aunque ninguno de ellos mantiene vínculos profesionales con la compañía.
La decisión de concentrar la mayor parte de la actividad hacia la siderurgia y el suministro industrial propició que Torres&Sáez sobrellevase en mejores condiciones las consecuencias de la última crisis económica. «No estuvimos en la construcción porque quizás aquí hay otros competidores muy importantes y eso ayudó durante la crisis, porque ese negocio en España pasó de 100 a 15 en apenas dos años».
«Vedemos chapa, tubo, vigas alambrón… y suministramos desde a fabricantes de muebles a compañías que necesitan estructuras de acero para vigas, calderería, cerrajería…», precisa Enrique Sáez y señala que «una de las características de nuestro negocio es que tenemos decenas de miles de productos, mucha variedad de clientes y de competidores».
Enrique Sáez: presidente
«Los desafíos tecnológicos son constantes»
Son muchos los gallegos, especialmente coruñeses, los que todavía recuerdan la mítica ferretería de Torres& Sáez en la calle Linares Rivas. En aquellos locales se vendía de todo. «Desde camas, cocinas de leña, cajas fuerte, cera para coches». La compañía se ha ido adaptando a los tiempos y, la sección de bricolaje todavía se mantiene como uno de los pilares de la firma en tres centros de Galicia.
-¿Pero la fortaleza de la compañía ya no está en el bricolaje?
-A mediados de los 90 una de nuestras dudas era si nos dedicábamos al bricolaje. Entonces nos dimos cuentas de que esta sección iba a estar en manos de grandes grupo internacionales quienes, con la mejora de las comunicaciones y de la logística, iban a dañar a los escalones intermedios y tenderían a desaparecer.
-¿La experiencia en el acero les llevó a reorientar la actividad?
-Teníamos peso en el segmento de los aceros y evolucionamos hacia los suministros, que era nuestra actividad de siempre.
-¿Cuáles son los planes de futuro ahora que otros materiales compiten con el acero?
-Especializarnos más. El hierro como metal seguirá usándose para hacer estructuras grandes porque es muy eficiente. Sigue siendo muy difícil competir con él. Es cierto que estas impresoras que han aparecido pueden hacer piezas con otros materiales, con propiedades de resistencia determinadas. Los desafíos tecnológicos son constantes. Pero la vida del acero seguirá.
La Voz de Galicia
12/08/2019
D.Casas